La dolorosa «Rodilla del corredor» es una lesión muy común entre los que practican atletismo debido a los movimientos que tenemos que realizar, llevando las rodillas a una tensión que a veces no pueden soportar.
¿En qué consiste exactamente esta lesión? Este dolor es debido a la inflamación de la fascia lata que va desde los glúteos a la cara externa de la rodilla y estabiliza el muslo y la cadera cuando corremos. Al inflamarse se produce el roce entre esta cintilla y los tejidos adyacentes. Cuando esto ocurre, el dolor que notamos en la cara externa de la rodilla imposibilita la carrera a los pocos minutos de haber empezado.
El tratamiento pasa por visitas repetidas a la clínica del traumatólogo y lo más normal es que éste nos derive a unas sesiones de fisioterapia que con el tiempo harán que mejore nuestra rodilla. Sin embargo, de nada sirve todo esto si no ponemos remedio a lo que causó esta lesión.
Para empezar es muy recomendable hacer una exploración de las articulaciones de la cadera y rodillas, así como tobillos, para comprobar que no hay ninguna anomalía en otra zona que nos esté produciendo la complicación.
Además es muy recomendable también realizarse un análisis de la pisada, a ser posible con un podólogo cualificado, que nos haga unas plantillas adecuadas para amortiguar y corregir cualquier mala postura de nuestra carrera.
Deberemos adoptar la buena costumbre de calentar bien antes de cualquier ejercicio y estirar tras realizar la actividad para asegurarnos de no dejar tensiones innecesarias que puedan hacer resurgir el problema.
También es aconsejable realizar una serie de ejercicios casi diarios para fortalecer aductores, abductores y glúteos, como forma de prevención.
- Aductores: tumbados, nos colocamos una pelota entre las piernas y apretamos.
- Abductores: Tumbados de lado levantamos la pierna de arriba. Si queremos intensificar el ejercicio podemos colocar peso en el tobillo.
- Glúteos: Como seguramente la rodilla nos dolerá no podremos hacer sentadillas, pero este ejercicio no debería molestar a la lesión. Nos colocamos de rodillas con las manos apoyadas en el suelo y levantamos una pierna.
Esta es una lesión pesada y que va a requerir, además de los cuidados necesarios, una buena dosis de paciencia por nuestra parte, por lo que recomendamos no precipitarse a la hora de reanudar la actividad física y tratar de realizar ejercicios alternativos durante una época.
Si seguimos correctamente todos los consejos de nuestro médico, es muy posible que a la larga acabemos superando la lesión y podamos correr sin molestias, pero para ello hay que tratar y diagnosticar pronto la dolencia evitando así que se cronifique y haga más difícil su curación.