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¿Cómo combinar dieta y ejercicio físico?

 

El deseo de adelgazar resulta a veces un poco exagerado y excesivo. A menudo, quienes quieren alcanzar su peso ideal adoptan regímenes alimentarios restrictivos y drásticos para obtener resultados inmediatos en términos de pérdida de peso. Pensar en adelgazar solamente mediante una dieta hipocalórica resulta poco eficaz: el adelgazamiento de hecho es solo aparente, en el sentido de que se pierde líquido y músculo, y no grasa.

RIESGOS DE LAS DIETAS HIPOCALÓRICAS

Las dietas excesivamente hipocalóricas pueden favorecer la aparición de una serie de trastornos relativos a la disminución del volumen de sangre, que se vuelve más viscosa a causa de la deshidratación, problemas con la termorregulación, reducción de las reservas de glucógeno presentes en el hígado y en los músculos con la consiguiente reducción de la fuerza.

Una reducción drástica de carbohidratos en la dieta, por ejemplo, puede ser dañina, ya que puede llegar menos glucosa de la que necesita el organismo. Al tener que procurárselo de algún modo, se activarán aquellas vías metabólicas que extraen la glucosa de las proteínas musculares.

LA ACTIVIDAD FÍSICA JUSTA

En lo relativo a la actividad física, hemos hablado ya de la importancia de combinar ejercicio aeróbico y ejercicios de fuerza. Precisamente en el ejercicio aeróbico, es oportuno subrayar los riesgos que se pueden correr si se realizan demasiadas horas de actividad.

En condiciones de estrés, de hecho, puede suceder que el organismo aplique mecanismos de defensa, que suponen la reducción del metabolismo, el aumento de la retención de líquidos y el cansancio.

El principal causante de dichos «síntomas» es el cortisol, denominado hormona del estrés, que se pone en circulación cuando el organismo está excesivamente estresado y/o cansado. La hormona del estrés, en caso de falta de nutrientes en circulación, actúa mediante el uso de proteínas musculares, reduciendo la masa muscular. Además, el cortisol favorece el depósito de grasas, sobre todo a nivel abdominal, consecuencia del aumento excesivo de la glucosa en circulación.

Es necesario por tanto encontrar el compromiso justo entre la actividad física y el estrés al que se somete el propio cuerpo, para poder disfrutar de los beneficios de la actividad física, sin provocar los efectos contraproducentes ligados a la hormona del estrés.

ENTRENARSE EN AYUNAS, ¿SÍ O NO?

Otra costumbre extendida entre quienes quieren adelgazar es entrenarse en ayunas. Si, por una parte, puede ser una ventaja en términos de mayor gasto energético, por otra parte es arriesgado, ya que podría provocar un aumento excesivo de las reacciones catabólicas del organismo, es decir, aquellas reacciones que suponen la destrucción de los sustratos energéticos de los que se obtiene energía.

La duración recomendada de actividad aeróbica en ayunas es de aproximadamente 40 minutos; por encima de dicha duración, puede existir el riesgo de recurrir a proteínas como reserva energética, con el consiguiente catabolismo muscular.

El entrenamiento en ayunas requiere además una atención especial, porque puede hacer aumentar el riesgo de crisis de falta de azúcar, caracterizada por sudoración fría, sensación de desvanecimiento, palidez, mareos, temblor hasta el desvanecimiento real. En caso de encontrarse en esta situación, puede resultar de ayuda tomar inmediatamente alimentos que contengan muchos azúcares, como chocolate, miel o bebidas azucaradas y, aún mejor, consumir una comida rica en carbohidratos.

Recuerda: es importante no tener prisa en alcanzar los resultados esperados. Hace falta paciencia, determinación, motivación y buena voluntad para llegar a alcanzar los fines propios protegiendo, al mismo tiempo, la salud.

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Por Carlos

Científico ambiental, aunque mi verdadera pasión es la de divulgar mi estilo de vida y los hábitos que han provocado una mejora en mi vida aumentando mi forma de afrontar las cosas. Espero aportarte información de interés.

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