Entrenaste como una verdadera bestia parda por más de 70 minutos, sólo tu rutina de hombro abarcó casi 40 minutos, y fue un entrenamiento de biseries (¡¡ufff!!), con un descanso intermedio de 60 segundos. Más de 240 repeticiones en un lapso relativamente corto. Después, llegó el turno de los bíceps, esa debilidad de algunas mujeres y casi obsesión de los hombres: curl con barra olímpica, curl alternado de mancuernas con supinación, 21’s y curls en banco predicador con barra “Z”. Tus ejecuciones, llevadas a cabo con una alta intensidad, para enseñarle a tu cuerpo quien es el que manda. Para terminar, unos minutos de cardio a una intensidad moderada. En eso se consistió tu día en el GYM. Tu cuerpo llegó a su límite, ¿y cuáles fueron las consecuencias? Creo que la mayoría conoce bien la respuesta: desgarres microscópicos en el tejido muscular, que dependiendo de tu nivel, pueden tardar en sanar hasta una semana, un daño que es urgente reparar, tu cuerpo entra en pánico. Has sido sometido a un daño real, un impacto para el que no fuimos creados como especie, el hombre no evolucionó para hacer el mismo movimiento 10 o 12 veces seguidas en menos de 30 segundos y con 70 kgs. en press de banca, mucho menos. La parte buena es que cada día, tus músculos se vuelven más fuertes y grandes. Pero, ¿lo hacen por sí mismos, qué debemos hacer ahora? Los minutos posteriores son capitales, tienes poco margen de movimiento. Si no te das prisa, el entrenamiento será más que nada, perjudicial.
Ahora a consentirte, sí o sí
Post entreno, no olvides incluir una mini rutina de estiramientos, enfriar tu cuerpo; entonces llega el momento en el que la mayoría bebe su batido de Whey, algunos preferimos los BCAA’s puros porque llegan casi de inmediato a reparar gran parte del daño en el músculo.
Recarga el tanque de combustible
Digamos que fuiste a entrenar después de la oficina, hace 3 o 4 horas que ingeriste alimento, tus reservas de glucógeno están agotadas, es hora de cenar, de lo contrario tu cuerpo, literalmente, empezará a comerse a sí mismo. Lo recomendable es alimentarse y nutrirse dentro de los 90 minutos posteriores a tu entrenamiento, pero entre más pronto, mejor. Carne o pescado, verduras, carbos y grasas (vegetales, desde luego). La cantidad de porciones depende de tu objetivo y tu estado físico actual, pero todo es imprescindible, incluyendo el descanso. Dormir por lo menos 8 horas al día, trae consigo grandísimos beneficios y la lista es larga, de hecho ayuda a reducir el riego de desarrollar obesidad. En un futuro artículo, hablaremos de los beneficios del sueño y las siestas, ver a un bebé de seis meses dormir 14 o 15 horas al día no es una casualidad. La sabiduría de la madre naturaleza es incuestionable. También ayuda cuando “escuchas” las señales que envía tu cuerpo, intenta ser receptivo.
Si en tu tabla de prioridades, al ejercicio le das 10 puntos, el descanso y la alimentación se merecen un 11. Recuerda esto siempre: entrena como en el infierno, descansa y nútrete como en el paraíso celestial.