Las endorfinas son péptidos opioides endógenos, producidos por la glándula pituitaria que activan núcleos neuronales en el cerebro, como el hipotálamo, la amígdala, el tálamo y el locus coeruleus. Como su nombre indica, produce efectos analgésicos, reduciendo el dolor y la tensión nerviosa, siendo capaces de inhibir las fibras nerviosas del dolor ( teniendo gran afinidad con los receptores de la morfina) y actuando además, a nivel cerebral, produciendo sensación de bienestar y disminuyendo la ansiedad. Son distribuidas por todo el sistema nervioso central, cumpliendo además,otras funciones como la regulación de la temperatura corporal, el hambre y las funciones reproductivas.
Pero sin duda, su función más destacada es la de producir placer, euforia y felicidad. Este neurotransmisor aumenta ante situaciones placenteras, como cuando nos reímos, nos emocionamos, tenemos sexo y por supuesto, cuando hacemos deporte.
El ejercicio físico, sea cual sea el tipo de actividad, provoca una subida de los niveles de endorfinas, produciendo lo que se conoce como “euforia inducida por el ejercicio”, esa sensación de ir “flotando” que todos hemos experimentado tras realizar nuestro entrenamiento, en la que a pesar de sentirnos cansados o doloridos por el esfuerzo, mantenemos una sensación interna de bienestar.
Cuando incorporamos el ejercicio a nuetra vida y lo convertimos en un hábito, el cuerpo nos pedirá su dosis de endorfinas diarias, y es ésta sensación, una de las causas de ese “enganche” que la mayoría de los deportistas compartimos y que nos lleva a pensar en el próximo entreno.
Sin embargo, esto puede convertirse en un arma de doble filo, ya que al dejar de entrenar, el nivel de esta hormona disminuye y por tanto las sensaciones de bienestar desaparecen, disminuye el rendimiento y la tolerancia al ejercicio, lo que puede explicar porqué personas acostumbradas a realizar deporte se muestran desganadas, irritadas y apesadumbradas el día que no “toca” ir a entrenar, más aún, si el no poder hacerlo se produce por causas ajenas, viéndose privadas a la fuerza, del aumento de endorfinas al que se han acostumbrado.
Más claramente, se puede apreciar la necesidad a esta hormona, cuando observamos a deportistas que han tenido que dejar de entrenar durante largos periodos, por lesión u otras causas y desarrollan síntomas tales como letargo, abatimiento, tristeza o anhedonia pudiendo llegar a desarrollar depresión.
Por suerte, existen otras formas de elevar sus niveles, recordemos que las endorfinas están conectadas con los centros del placer del cerebro y cualquier momento que nos provoque felicidad elevará sus niveles. Así pues, las caricias, las actividades agradables como leer, ver una película, el contacto con la naturaleza, una charla con amigos, bailar, reír, cantar e incluso un masaje pueden elevar sus niveles. En relación a esto último, se ha demostrado que la acupuntura favorece la liberación de endorfinas debido al estado de relajación que provoca.
Por otro lado, también debemos tener en cuenta que la síntesis de endorfinas puede inhibirse debido al cortisol ( hormona del estrés).
Si mantenemos unos niveles de estrés adecuados que nos permitan afrontar las actividades del día a día con suficiente energía y atención, los niveles de endorfinas no se verán afectados, pero unos niveles elevados de cortisol influirán en el aumento de endorfinas, produciendo sensación de malestar tanto por el nivel de cortisol como por la ausencia de endorfinas.
Esto es importante, ya que en muchas ocasiones tendemos a sobreentrenar o a no descansar o comer adecuadamente, sometiendo a nuestro cuerpo a un estrés que repercutirá en nuestro estado de ánimo y que eliminará la función placentera de nuestro entrenamiento.
Recordemos siempre que, debemos mantener un equilibrio a nivel hormonal, para que nuestras funciones se realicen de la mejor manera posible.
Así que, para terminar, recordad que cuando os sintáis afligidos solo tenéis que darle un empuje a vuestras endorfinas, y ¿que mejor que un buen entrenamiento para ello?
Referencias:
Weinberg, R.S. y Gould, D. (1996) . Fundamentos de psicología del deporte y el ejercicio físico. Barcelona: Ariel.
Miguel, F., Martín, M.D. y Navlet, M.R. (2001). El efecto del ejercicio físico sobre la ansiedad y la depresión. Revista Española e Iberoamericana de Medicina de la Educación Física y el Deporte, 10, 49-57.
Goldestein A. Opioid peptides ( endorphins) in pituitary and brain. Science 193: 4258 1976
Urkía, M., Peramo, F., Palacios, A., & Ceballos, A. (1996). Bases bioquímicas del dolor Determinación de beta-endorfinas ligadas a la superficie de células leucocitarias. Av odontoestomatol, 12, 207-24.
Heitkamp HC, Schulz H, Rocker K, Dickhuth HH. Endurance training in females: changes in beta-endorphin and ACTH. Int J Sports Med. 1998 May; 19(4):260-4.