¿Le darías un café a tu hijo de 9 años? ¿Y una bebida energética? Yo seguro que no, soy padre de una niña de 6 años y por supuesto no se la daría, supongo que la mayoría contestaría con un rotundo «NO», a la primera pregunta, pero, y con la segunda pregunta? seguro que ya no lo tendrían tan claro.
Un dato, el 18% de los niños europeos de entre 3 y 10 años son consumidores habituales de bebidas energéticas, una cifra que se dispara al 68% en el caso de muchachos de entre 10 y 18 años, según una encuesta publicada en 2013 por la agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).
Los padres y madres que todavía tengan dudas deberían saber que se trata de un producto estimulante, que contiene importantes dosis de cafeína. Un estudio de la OCU sobre 20 marcas de bebidas energéticas detecto que contenían entre 49 y 427 mg de cafeína por litro. Cuando pasas las cantidades de 150 mg/l es obligatorio añadir la frase «contenido elevado de cafeína» seguida de la cantidad en mg/l, señalan desde la organización de consumidores.
En una lata de bebida energética puede haber el equivalente a tres cafés, asegura la doctora María Luisa Iglesias, directora del Servicio de Urgencias del Hospital de Sabadell y profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad autónoma de Barcelona.
Por si fuera poco, ademas de la cafeína la bebida energética contiene otros ingredientes que pueden potenciar su efecto, como son la taurina, guaraná, gingseng, inositol y algunos que otros más.
MAYOR SUBIDA DE TENSIÓN
Por otro lado, el aumento de la presión arterial con el café es ligero y dura poco tiempo, con las bebidas energéticas la cosa cambia, ya que la subida de tensión es mas alta y durante mas tiempo.
Una moda peligrosa que convive con nuestros jóvenes, es la de mezclar las bebidas energéticas con alcohol para aguantar toda la noche. El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, si te lo tomas con un excitante no sabes cuanto te estás pasando. Cada fin de semana atienden en urgencias algún caso de intoxicación por esta mezcla, sobre todo en jóvenes de 15 y 19 años, que, aunque se hayan pasado consumiendo solo bebidas energéticas, vienen con taquicardias, episodios de ansiedad o insomnio.
