Cada dieta que se pone de moda tiene algo que nos gusta. Así que hemos decidido quedarnos precisamente con eso y dejar de lado lo que no nos gusta. Por ello hemos preparado un régimen que, además de ser fácil de sobrellevar, funciona.
DURANTE MUOHO TIEMPO, EN RINCON DEL MÚSCULO HEMOS CONSIDERADO LA PALABRA DIETA COMO UNA PALABROTA. Observamos las numerosas religones alimentarías que marcan tendencia con gran atención y cierto escepticismo. Vamos a reconocer laverdad: no nos gustan los sacrificios desmedidos y odiamos pasar hambre. Pero ignorar estos regímenes no hará que desaparezcan. Así que si no puedes con tu enemigo, únete a él. Y eso es lo que hemos decidido hacer, pero a nuestra manera. En lugar de limitarnos a acusar a los peores criminales cual policía de la dieta,vamos a ponerlos de tu lado. En la mayoría de las ocasiones los principios de estas dietas son sensatos y saludables, pero lo único que trasciende es un titular efectista: “Come grasa”, “destierra los carbohidratos”, “ayuna”… Y detrás de esa frase impactante, existen principios alimenticios a tener en cuenta, pero son como la letra pequeña del contrato. Así que hemos decidido que hagas cada día una dieta famosa, con algunos ajustes, para que pierdas peso sin sufrir.
La dieta mediterránea es famosa por favorecer una vida larga, aunque existe un malentendido sobre el uso abundante del aceite de oliva: no es un elixir que sirva para todo. Si se calienta, es tan perjudicial como cualquier porquería hidrogenada. Eso dificulta la pérdida de grasa y te predispone a quedarte sin energía, lo que provocará que piques algo poco saludable a media tarde. Para, asegurarte de que ano sea así, procura comer, como mínimo, cuatro veces al día, aunque si entrenas es mejor que sean cinco o incluso seis. Aumentar la cantidad de tomas y reducir la cantidad de cada una de ellas es la clave, además de no calentar el aceite de oliva (es decir, ni fritos ni rebozados) . Acompaña algunos de tus platos del lunes con legumbres, ricas en fibra, para acabar más saciado; empezarás la semana más fuerte que nunca.
La ideaque hay detrás de esta dietas alternar días con muchos hidratos de carbono y días con pocos. En los de consumo elevado, necesitas unos 500g. Eso es mucho. En los días de poco consumo, come una décima parte de esa cantidad. Así, tu cuerpo recurre a las grasas acumuladas para obtener la energía que necesita. Es unabuena teoría, pero también es la de la relatividad, yes igual de complicada. Si te vicias demasiado alos días con muchos hidratos de carbono, corres el riesgo de desestabilizar tus niveles de insulina y engordar. Además, puede que estés más irritable en los días que no ingieras hidratos de carbono. La respuesta: consume muchos hidratos de carbono un día a la semana, entre dos días en que consumas menos (ayer, dieta mediterránea; mañana, Atkins). Osea que hoy cómete el plato de pasta como si no hubiera un mañana, dalo todo en el gimnasio y preparaa tu cuerpo para quemar más grasas al día siguiente. Es fácil, sabroso y efectivo.
Hace diez años sólo se hablaba de la dieta Atkins. Nosotros te proponemos una aproximación menos fanática. Despedirse del pan, de las judías y del arroz funciona, hasta cierto punto. Pero tiene algunos inconvenientes: un posible déficit de vitaminas, estreñimiento y halitosis, por nombrar sólo algunos. Además, estás vaciando tu cuerpo de agua, ya que los carbohidratos se conservan con agua. Y eso no es nada recomendable. Pero, con todo, no se le puede negar su fama debido a los kilos que pierden a corto plazo sus seguidores, enparte por la pérdida de agua, que hace que tengas los músculos más definidos. Después de
tenerunaspecto imnejorable parala cita de esta noche, una reintroducción gradual de hidratos de carbono te ayudará a evitar cualquier problema de salud (y también reduce el riesgo de diabetes). Resultados jugosos cos riesgos mínimos.
Como muchas importaciones escandinavas, esta dieta es algo que tienes que hacerte tú mismo (aunque, por desgracia, las albóndigas no están incluidas). Esenciales: el pescado, la carne de caza, las frutas del bosque, cereales como la cebada,verduras de climas fríos como la col rizada o la coliflor y lácteos desnatados. Un estudio de la Universidad Lund de Suecia (¿de dónde, si no?) afirma que esta dieta reduce el colesterol. Es un menú milenario, pero no es perfecto. Muchos estudios han vinculado los cereales con el aumento de peso.
Y sustituir completamente los hidratos de carbono por grasas, aunque sean de las saludables, puede llevarte a comer en exceso. Dicho esto, en esta dieta hay nutrientes para llenar una nave vikinga, lo que te vendrá bien después de una juerga. Un puñado de grosellas nórdicas contiene el triple de vitamina C que una naranja, lo que ofrece una buena defensa si tienes que lidiar con los efectos de la resaca. Este plan alimentario bajo en calorías proporciona energía duradera y elimina los radicales libres que ralentizan el metabolismo.
Lo de llevar taparrabos queda a tu elección, pero este plan paleolítico prescinde del menú posagricultura de cereales, patatas, legumbres y lácteos. L0 esencial: pescado, carne roja, huevos, verduras y fruta. A simple vista, es una forma gratificante de comery hay estudios que demuestran que es una buena opción para combatir la obesidad, la diabetes y las cardiopatías. Pero un cavernícola convencido se puede gastar una fortuna en productos ecológicos y, aun así, no conseguir todos los nutrientes que necesita. ¿Por qué? Sencillo: esta dieta ignora el hecho de que los lácteos proporcionan bacterias beneficiosas, que mejoran la salud intestinal y ayudan a perder peso. Si el hombre de las cavernas hubiera tenido yogures, sin duda se los habría comido. Nuestra reedición de la dieta paleolítica consiste en una buena planificación. Guárdate las proteínas de mayor calidad para cuando las necesites más: después de una sesión intensa en el gimnasio. Acepta al Neanderthal que llevas dentro y pasa de la pechuga de pollo habitual. Una ración de carne de ciervo satisface el 50% de los requisitos proteicos.
Experimentada por el famoso Novak Djovovik, la prohibición de gluten (una proteína del trigo) supone un gran sacrificio: ni pan ni pasta. comer puede ser una pesadilla, ya que todo tieneque estar prepreparado. Además te conviertes en ese tipo en los restaurantes que mantiene conversaciones interminables con los camareros sobre el origen de la masa de las pizzas. Y olvídate de las alternativas “sin”: los fabricantes tienen carta blanca para sustituir el gluten por azúcares y agentes espesantes para imitar los sabores de laversión original.
Pero eliminar el gluten una vez por semana tiene sus ventajas. Es ideal para los que se preparan para un partido de fútbol o para correr una carrera de 10 Km. Cuando dejas los hidratos de carbono basados en el trigo, cambias la grasa por energía. Usarás tu rueda de recambio para correr ese kilometro extra, incrementarás la velocidad y mejorarás tu tiempo de recuperación y te sentirás menos entumecido. Pero no te pases: no es necesario convertirse en un fanático de los productos sin gluten dando sermones en la puerta del supermercado.
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Una respuesta a «La dieta perfecta»
Me encantaria recibir información como la de este tipo. Siempre fui de entrenarme y me gusta cuidarme con las comidas, de hecho estudio Nutrición y no me vendrian mal algunos tips. Muchas gracias!